Pluma y Lápiz

Tipo de fuente: 
Año de publicación: 
1900-1904
Área cultural: 
País: 
Siglo: 
Descripción de la revista: 
A lo largo del siglo XIX las revistas habían servido fundamentalmente como catalizadores de causas políticas y sociales, de la mano con el proceso de consolidación republicana. Sin embargo, en la antesala del 1900, el espíritu ilustrado que había inspirado a los primeros intelectuales nacionales -como los que integraron el Movimiento Literario de 1842- fue sustituido por nuevas corrientes marcadas bien por una marcada sensibilidad social, bien por una disociación completa entre creación artística y contingencia. Dentro de esta última línea, la instalación del Modernismo y de otras formas del esteticismo vanguardista es ya ostensible en la revista Lilas y campánulas, publicada por primera vez en 1887. Esta separación del ejercicio literario y artístico del político coincide, por una parte, con la profesionalización del campo periodístico y, por otra, con el desarrollo de las vanguardias artísticas de principios del siglo XX. En este contexto nació la revista Pluma y lápiz, fundada en Santiago por el poeta, periodista, editor y crítico Marcial Cabrera Guerra. Este semanario, tal como su nombre lo indica, buscaba ofrecer una plataforma de difusión para la escritura literaria, así como una vitrina para la producción de una camada de jóvenes ilustradores que tomaban sus influencias del Art Nouveau y del dibujo cómico. Sin un equipo estable en la redacción, sus 181 números publicados desde diciembre de 1900 hasta julio de 1904 reúnen secciones de corte periodístico, crónicas de actualidad, notas de arte y biografías de escritores, pintores, periodistas y hombres célebres. También fotografías y dibujos de algunos de los más activos ilustradores de la época, como Mi-Do, Huc, Sievert y Marcello. Por sobre todo, Pluma y lápiz fue vital para la difusión del trabajo de los jóvenes escritores modernistas de la época. Autores entonces emergentes como Víctor Domingo Silva, Manuel Magallanes Moure, Francisco Contreras y Carlos Pezoa Véliz, junto con otros más experimentados como Antonio Bórquez Solar, Luis Orrego Luco, encontraron en las páginas de Pluma y Lápiz un espacio donde dar a conocer poemas y cuentos breves, muchas veces inéditos. La revista ejerció una importante influencia sobre esta generación, no solo porque operó como un polo de intercambio intelectual, sino también porque contribuyó a la circulación de obras de autores extranjeros que adquirieron un valor paradigmático para estos escritores chilenos, como por ejemplo, Rubén Darío, Óscar Wilde, Víctor Hugo, Émile Zola, la poesía simbolista y la literatura japonesa. La muerte de uno de sus colaboradores, Pedro Antonio González -quien además fue una suerte de padre espiritual para muchos de los poetas más jóvenes- motivó una edición especial de tributo, que demuestra el efecto aglutinante de la publicación. En 1912, ocho años después del último número de esta revista, el escritor Fernando Santiván fundó una nueva Pluma y Lápiz, con el propósito explícito de continuar con el espíritu de difusión literaria de la publicación original de Cabrera Guerra.