En el agitado contexto político y económico de fines del siglo XIX, la existencia de una revista literaria que circulara durante seis años consecutivos marca un hito dentro de la historia de la prensa nacional. Fue el caso de la Revista de Artes y Letras que, fundada y dirigida inicialmente por Ramón Subercaseaux Vicuña y Juan Agustín Barriga, se alzó como uno de los más relevantes órganos de difusión y desarrollo literario e intelectual de fines del siglo XIX. La Guerra del Pacífico (1879-1884) afectó profundamente la realidad política, económica y cultural de Chile. En particular, la producción intelectual, próspera y efervescente hasta entonces, experimentó un pronunciado decaimiento durante el conflicto bélico, asociado además al desgaste de agentes culturales como el Movimiento Literario de 1842, encabezado por José Victorino Lastarria y animado por Andrés Bello, que ni siquiera los dividendos económicos obtenidos del salitre lograron reanimar. La existencia de la Revista de Artes y Letras se extendió durante los gobiernos de Domingo Santa María (1825-1889) y de José Manuel Balmaceda (1840-1891), lo que supuso un contexto marcado por fuertes cambios políticos y económicos. En este sentido, la revista expresó su oposición a la orientación liberal de dichos mandatos, posición que se intensificó en sus últimos años y que, con la crisis balmacedista, dio tribuna a una defensa ideológica de la Iglesia Católica en sus páginas. La Revista de Artes y Letras es un ejemplo de la transformación del quehacer literario, vinculada a la academia y a la especialización del oficio que se inicia en los últimos treinta años del siglo XIX. Sus colaboradores, escritores nacionales y extranjeros, algunos consolidados y otros nóveles, plasmaron en las páginas de la revista parte de su proyecto literario y no dudaron en manifestar abiertamente su visión política y su posición frente a diversos problemas de actualidad, tal como se aprecia en los editoriales. Una de las plumas destacadas de la Revista de Artes y Letras fue Benjamín Vicuña Mackenna, quien el mismo año 1884 participó también en la gestación de La Lectura, hecho que demuestra la voluntad de reactivar la actividad intelectual. En la Revista de Artes y Letras se percibe ya una marcada orientación americanista en la discusión literaria, a lo cual contribuyó activamente Rubén Darío, como colaborador y agente cultural del ambiente literario chileno de fin de siglo. Esto se corresponde con la aparición, desde fines del siglo XIX, de revistas literarias chilenas de corte americanista, preámbulo al movimiento Modernista latinoamericano.