Los Diez

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1916-1917
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Contaba Pedro Prado que, en momentos en que el país atravesaba una aguda crisis económica hacia 1914, comenzó a trabajar con Julio Bertrand Vidal. Este último, asombrado por la alegría y el entusiasmo del primero, le preguntó si existían más hombres como él. Prado, entonces sonrió y contestó que tal vez podrían encontrarse unos diez más. Ante esta respuesta, Bertrand contestó: "Me gustaría conocerlos...". De ahí el origen de Los Diez: pintores, escultores, músicos, arquitectos y poetas. Todos de gran vocación, respeto por el arte y poseedores de una fina ironía. Estos 10 hombres, que en la práctica fueron más que diez, a los que hacía referencia Pedro Prado (poeta, pintor y arquitecto) eran: Manuel Magallanes Moure (poeta, cuentista, pintor), Juan Francisco González (pintor), Armando Donoso (crítico literario, periodista), Alberto García Guerrero (músico), Alberto Ried (poeta, cuentista, escultor, pintor), Acario Cotapos (músico), Augusto D'halmar (novelista, cuentista), Alfonso Leng (músico y compositor), Julio Ortíz de Zárate (pintor) Ernesto A. Guzmán (poeta y ensayista), Eduardo Barrios (novelista y dramaturgo) y Julio Bertrand Vidal (arquitecto y pintor). La primera sesión oficial de Los Diez, se llevó a cabo en la Biblioteca Nacional, ocasión en la cual Pedro Prado, dio lectura a la Somera iniciación al Jelsé. En este texto, clara y presumiblemente un manifiesto, Prado señaló: "Los Diez no forman ni una secta, ni una institución, ni una sociedad. Carecen de disposiciones establecidas, y no pretenden otra cosa que cultivar el arte con una libertad natural". Además, estableció una suerte de perfil, que en cierta forma resumiría la actitud de sus integrantes frente al arte y frente a la vida: "Es requisito imprescindible para pertenecer a Los Diez estar convencidos de que nosotros no encarnamos la esperanza del mundo; pero (...), debemos observar con prolijidad todo nuevo ser que se cruce en nuestro camino, por si él encarnase esa esperanza, lo que no impide que, después de ese examen, él y nosotros nos riamos con gran pesadumbre y bulliciosa algazara de los continuos engaños que por este motivo nos ocurran". Debido al carácter multidisciplinario de esta agrupación, sus obras alcanzaron casi todo el espectro del arte. Así, se hizo posible notar su presencia en la literatura, pintura, música, arquitectura, política, e incluso llegaron a diseñar su propio calendario. En agosto de 1917, tras la publicación de Pobrecitas de Armando Moock, Los Diez, terminaron su labor editorial. En una carta dirigida a Nathanael Yáñez Silva a propósito de un artículo en el que se aludía a la supuesta muerte del grupo, Manuel Magallanes Moure, señaló: "Los Diez no son una institución formada más o menos artificialmente, ni una sociedad cuyos miembros estén amarrados por algún nudo reglamentario, de esos que una vez que se cortan o que se desatan, producen el desparramamiento (...) Nuestra unión tiene una más firme atadura: nos unen el arte y la amistad. No tenemos obligaciones que llenar ni compromisos que cumplir; nos acerca el placer de estar juntos".
Facsimile: 
reedición de Verónica Méndez M. y Gonzalo Montero Y.: Revista Los Diez (1916-1917): Reedición, Santiago: Cuarto Propio, 2011.)