Guillermo de Torre dijo de esta publicación literaria que fue una “revista juvenil, casi de colegiales”, o de “hijos de padres famosos” o conocidos en el mundo cultural y científico de la época republicana, tal como señalan Rafael Osuna (2006) y José Esteban (2000), algunas de cuyas familias tuvieron que exiliarse, mientra otras formaron parte de las jerarquías de la posterior dictadura. La colección de la Biblioteca Nacional de España comprende sus dos primeros números (se desconoce si salió alguno más), que corresponden a los meses de enero y febrero de 1934, respectivamente. Cada uno se aproxima a las sesenta páginas, con una cubierta estampada con tinta de color y sin apenas alardes tipográficos, excepto que su título está compuesto en minúsculas. Se trata de una publicación, preferentemente, de creación literaria, tanto en prosa como en verso, pero también con artículos de viajes y crónicas. Inserta asimismo unas cuantas fotografías en blanco y negro de edificios y vistas singulares de Salamanca, Simancas, Valladolid, Segovia o Estambul y alguna de índole artística. Ofrece espacio también a algún anuncio publicitario. Indica su cuadro redaccional, con Carlos Pittaluga, como director; Manuel Aznar, subdirector, y Luis E. Arnillas, Javier Aznar, Álvaro d’Ors Pérez-Peix, Gregorio Marañón Moya, Joaquín Martínez de Velasco, Álvaro Maura y Emilio Mezquita del Cacho, integrando el Comité de Redacción. Entre sus textos, aparecen los titulados ¿Qué les pasa a los estudiantes?, por Héctor Maravall; Arabesco, por Carlos Gil de Ávila; Panorama actual de nuestra escena, por Tomás Seseña Palacios; Extensión universitaria cinematográfica, por Germán Inza, Notas a un libro, por Gregorio Marañón Moya; Greguerías, por Carlos Pittaluga (que también publica un dibujo); Exposición de fotografías del crucero Mediterráneo, por Joaquín Martínez de Velasco, o Pintura indigenista peruana, por Luis E. Arnillas, entre otros.