Instantáneas de Luz i Sombra

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Erscheinungsjahr: 
1900-1901
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Instantáneas de Luz i sombra nació de la fusión de dos revistas culturales que circulaban en el medio intelectual santiaguino en 1900: Luz i sombra, cuyo director era Alfredo Melossi e Instantáneas, encabezada por el escritor Joaquín Díaz Garcés. Ambas publicaciones llevaban menos de un año de tiraje cuando sus editores decidieron juntarse y aunar sus proyectos. La revista Luz i Sombra, apareció por primera vez el 24 de marzo de 1900, como continuación del semanario de carácter misceláneo El Turista. Su director y propietario, el pintor Alfredo Melossi (1870-1962), quiso mejorar y ampliar el contenido de dicha revista orientada exclusivamente a la publicidad de su Hotel en Pucón y desarrollar una publicación que integrara en sus páginas la contingencia cultural, literaria y artística del país. Este deseo lo imprimió Alfredo Melossi en la editorial de su primer número, lo mismo hicieron sus muchos colaboradores, quienes en sus artículos reafirmaron la idea de "vivir en constante ambiente artístico, contribuyendo así a obtener honra y provecho para los artistas y para la cultura intelectual de la nación". Desde su primer número, Luz i Sombra se encargó de entregar un material de lectura ameno, recreando el escenario cultural santiaguino. A lo largo de sus veinticuatro números, fueron publicados diversos reportajes sobre espectáculo nacional, como las corridas de toros en Santiago y Valparaíso; el Teatro Municipal; el Museo de Bellas Artes; pasando por motivos literarios; partituras de obras musicales; reseñas de teatro; crónicas de la ciudad; necrologías; imágenes de la marina y vistas de Chile; últimos inventos, hasta incluso se desarrolló la crítica de arte. La revista Instantáneas, por su parte, fue publicada el 1 de abril de 1900 por un grupo de intelectuales -Joaquín Díaz Garcés, Guillermo González Echenique y Julio Bozo Valenzuela (el caricaturista Moustache)- quienes, como señala Evangeline Mundy, "concibieron la idea de una revista literaria y artística que llenara el vacío producido por falta de tales revistas en el ambiente literario de Chile", dejando en claro que sus aspiraciones eran llegar en lo posible a la mayor cantidad de público y no sólo a una élite. Después de veintitrés números publicados, Joaquín Díaz Garcés decidió vender los derechos de su revista al semanario Luz i sombra, dando origen a Instantáneas de luz i sombra: semanario festivo, artístico, literario y de actualidades. La revista Instantáneas de luz i sombra se perfiló desde su primer número, el 9 de septiembre de 1900, como una revista representativa de la escena cultural, artística y literaria chilena. Y aunque al comienzo su enfoque se desarrolló más bien en un marco referente a los preparativos de los talleres de artistas locales, sin aproximarse a las obras de los artistas internacionales, con el tiempo los artículos entregados por sus colaboradores reflejaron la permeabilidad de la revista hacia la cultura del extranjero. Instantáneas de luz i sombra se convirtió en un importante soporte de discusión intelectual, su referencia al arte nacional e internacional fue clave en la evolución de la crítica de arte y literatura en el Chile de la época. En la edición número cuarenta y seis, Augusto D'Halmar asumió la redacción de la revista y a partir del número cincuenta y dos inició una sección que denominó "Los 21", un espacio con estudios breves sobre pintores, escultores y escritores. El 29 de diciembre de 1901, y sin previo aviso, la revista que llevaba noventa y tres ediciones y dos años de vida, finalizó su publicación. Este último número tuvo como tema la Navidad, la que ya había sido festejada en todo el mundo. A partir de ello, uno de los columnistas escribió un artículo de reflexión sobre el paso del tiempo que deja todo atrás, sin darse cuenta que con ello estaba entregando un mensaje de despedida a sus lectores: "La Pascua se fue, llevándose en las recogidas faldas de su vestido primaveral; explosiones de risas, puñados de flores, manojos de besos y algunas pobres lágrimas huérfanas que iban buscando tal vez un corazón donde pernoctar. Tras ella solo ha quedado el incitante olor de los polvos de arroz, de los claveles y las albahacas".