Revista de Santiago

Erscheinungsjahr: 
1848-1849 y 1850-1851 y 1855
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El siglo XIX en Chile fue testigo de una intensa actividad literaria, cuajada al calor del espíritu independentista y apuntalada en el contexto de la República por los intelectuales liberales. Como consecuencia de la expansión de la imprenta, los periódicos y las revistas se transformaron en las palestras predilectas para la exposición y la discusión de ideas, de los cuales se sirvió especialmente la oposición política a los regímenes autoritarios que se sucedieron tras la batalla de Lircay. De esta forma, el periodismo se constituyó en el siglo XIX como una actividad polémica, estrechamente imbricada con el quehacer político. La década de 1840 vio cristalizar el primer movimiento cultural de carácter nacional, surgido precisamente al alero de las publicaciones literarias periódicas que resonaban entre los círculos intelectuales de la época, impregnados de las corrientes de pensamiento europeas. Luego de la desaparición de la Revista de Valparaíso y de El Crepúsulo, en cuyas páginas se gestó el movimiento de 1842, el relevo fue tomado por la Revista de Santiago, que reunió a buena parte de los integrantes de dicho grupo. Es, sin embargo, a José Victorino Lastarria a quien se atribuye la concepción del proyecto editorial y su puesta en marcha, al mismo tiempo que se desempeñaba como director del diario El Siglo. Sus "crónicas" -artículos editoriales que Lastarria plasmó en cada una de las entregas de la revista- imprimieron a la publicación un índice inequívoco de actualidad que matiza el carácter fundamentalmente literario y académico de los restantes contenidos. La existencia de la Revista de Santiago se vio interrumpida en más de una oportunidad debido a las presiones conservadoras que suscitaron las ácidas críticas al gobierno proferidas por Lastarria. El primer período de la revista, que se extendió entre los años 1848 y 1849, culminó con la publicación del llamado "Manuscrito del diablo", artículo en el que Lastarria fustiga a la sociedad chilena y sus costumbres. Este episodio puso sobre el tapete el debate por la libertad de publicación en el país. La segunda época de la revista, que comprende los años 1950 y 1951, estuvo a cargo de Francisco de Paula Matta, quien había participado anteriormente tanto en El Crepúsculo como en El Siglo. Sin embargo, el nuevo director encauzó la revista hacia temas distintos a los de su primera época. La Revista de Santiago tuvo una tercera y última época desde marzo del año 1855 hasta octubre del mismo año, bajo la dirección de Guillermo Matta. Lastarria fue convocado nuevamente para contribuir con la publicación y fue durante esta etapa que dio a conocer sus comentarios sobre la Constitución de 1833 propugnada por Portales. Esta vez la revista cesó su existencia definitivamente debido a la falta de suscriptores, completando la entrega de "setenta y dos trabajos en prosa y veinticinco en verso" (Vilches, Roberto. Las revistas literarias chilenas del siglo XX, p. 32). Uno de los rasgos más notables de la Revista de Santiago fue su variedad temática y la categoría de sus colaboradores, tanto chilenos como extranjeros, entre los cuales figuran Andrés Bello, los hermanos Amunátegui, los hermanos Matta, Guillermo y Joaquín Blest Gana, Vicente Pérez Rosales, Hermógenes de Irisarri, Ignacio Domeyko, Alexander von Humboldt y Pedro José Amado Pissis, entre otros. Semejante amplitud de intereses se corresponde con las directrices políticas y sociales que guiaron esta publicación, profundamente inspiradas en la concepción ilustrada del conocimiento como motor del progreso humano.