Francisco Javier Díez de Revenga: La revista poética en España como excluyente signo generacional (1916–1932)

  • Posted on: 29 April 2014
  • By: nanette

Al iniciarse la década de 1920 en España, la realidad de los movimientos de vanguardia determina en todos los ambientes literarios la existencia de un anhelo de renovación que afecta a todos los géneros y formas de la poesía, como de los demás géneros literarios, siguiendo, desde luego, los afanes de renovación que han distinguido las representaciones artísticas conocidas a través de las primeras exposiciones en el campo de las artes plásticas.

Intercambian los poetas de la “joven literatura” de los años veinte, por medio de las revistas, de las cartas, hoy recogidas en sustanciosos epistolarios, pruebas definitivas de afanes renovadores, en los que tanto tienen que ver los maestros inmediatos: Juan Ramón Jiménez, que ejerce su magisterio desde la atalaya de su poderosa influencia, de la que la revista Índice es efímero testimonio; Ramón Gómez de la Serna, desde el no menos influyente Prometeo y la tertulia del Café Pombo; y José Ortega y Gasset, cuyas teorías de la deshumanización del arte compartían nivel de influencia con el magisterio ejercido en la Revista de Occidente. La residencia de Estudiantes, el Centro de Estudios Históricos, que dirigía Ramón Menéndez Pidal, y cuyas revistas, entre ellas Índice literario y Revista de Filología Española, reseñaron libros de los componentes de la “joven literatura”, completan los nombres y centros de influencia más significativos de la difusión del arte nuevo.

Los poetas del 27 conocieron y admiraron lo que Juan Ramón ya había conseguido en el campo de la renovación de nuestra poesía a la altura de 1920. Creador de una nueva expresión poética, a partir sobre todo de su Diario de un poeta recién casado, donde consagra la instauración de un nuevo concepto de la poesía, de sus medios expresivos, entre ellos el verso libre, y de sus niveles de inspiración. Juan Ramón fue el guía inicial de muchos de los poetas del 27, hasta el punto de que él mismo se convirtió en guía absoluto, lo que, finalmente, habría de producir el rechazo de muchos de ellos, las desavenencias y la distancia final. Juan Ramón Jiménez fue promotor directo de poetas como Salinas, Guillén, Dámaso Alonso, y en menor medida de Gerardo Diego y Federico García Lorca. La revista Índice, con su colección paralela de libros, dio a conocer la obra primera de estos poetas, que, en su propia obra dejaron sentir la interpretación de la poesía pura realizada por el propio Juan Ramón Jiménez.

Reviste diferentes cualidades y circunstancias el magisterio de Ramón Gómez de la Serna respecto a los jóvenes poetas de los años veinte. Gracias a Ramón conocieron los escritores de su tiempo las innovaciones europeas más representativas en el arte de vanguardia, ya que a él se debe la importación de muchos textos y signos procedentes de la vanguardia europea. A través de Prometeo fueron conocidos en España autores como Cocteau, Morand, Lautréamont, Apollinaire, etc. A esto hay que añadir sus funciones como gran sacerdote de Pombo y sus actividades literarias con importantes aportaciones en el campo del lenguaje poético y de la metáfora a través de sus greguerías.

No es sólo ideológica o teórica la vinculación de Ortega y Gasset a los poetas del 27, en relación con el concepto del “arte nuevo” por el filósofo establecido, sino desde el punto de vista de su promoción y conocimiento. La Revista de Occidente dio a conocer en sus páginas poemas primeros de muchos de los poetas del 27, así como artículos y reseñas sobre los libros que iban publicando firmados también por poetas del grupo, libros que, en algunos casos, eran publicados en las colecciones editoriales de la revista. La influencia de Ortega en la formación de las minorías literarias de los años veinte y treinta es innegable, a pesar de que ninguno de estos poetas llegó a suscribir plenamente sus teorías de la deshumanización del arte, como ellos mismos expresaron en ocasiones.

Surge, en estos años, un nuevo concepto del arte que distinguió a al joven literatura, comenzando por un decidido afán de originalidad, es decir, revelación de lo radical del empeño, que llega incluso a determinar la falta de sentido lógico y que, desde el punto de vista formal, se expresa por los más diversos medios. En el mismo sentido destaca el hermetismo o renovación de las viejas tendencias a lo minoritario y conversión de la poesía en coto cerrado para el lector entendido y minoritario, que se une a la autosuficiencia del arte o defensa de la autonorma de la expresión artística y persecución del ideal de la poesía pura, ajena a todo lo humano; sentimientos, emociones, anécdota, descripción, etc.

Sobresale, entre los procedimientos estilísticos, el predominio de la metáfora. Parte de la definición de Ortega de que la poesía “es el álgebra de las metáforas” y se relaciona con los experimentos vanguardistas en España, que surgen en Ramón Gómez de la Serna y la greguería. Se desarrollará así la escritura onírica, reflejo extremo de la ruptura con la realidad y defensa del automatismo psíquico por medio de una expresión singular, y la atomización, tendencia a la disolución literaria y descomposición de los esquemas tradicionales de géneros y sus límites, al desorden y a la descomposición expresada por Ramón Gómez de la Serna en sus greguerías, por ejemplo. Tales supuestos, notablemente interpretados, matizados y compensados, de acuerdo con la estética y el pensamiento individual de cada poeta, fueron bases en que la nueva literatura se apoyó a la hora de surgir como un movimiento poético innovador, del que el 27 fue la síntesis y también un camino abierto hacia la combinación de lo tradicional y lo vanguardista, gesto genuino y único de esta generación de poetas.

Constituye el fundamento estético múltiple y variado que da forma a la generación del 27 la multiplicidad estética, y así lo han advertido todos los críticos que de forma global se han aproximado a esta excepcional promoción, ya que si señalamos tendencias por ellos alimentadas debemos, por lo menos citar las siguientes: ultraísmo, creacionismo, surrealismo, poesía pura, gongorismo, poesía social,  entre otros caminos y tendencias.

Uno de los aspectos más interesantes de la confluencia de distintas tendencias en los mismos años en que surgen los poetas del 27 es la relación que ellos mismos mantuvieron con la vanguardia en su época de formación. La primera vanguardia histórica contó, además de con los que canónicamente consideramos ultraístas o creacionistas, con otros muchos poetas que, al comienzo de su trayectoria, se vieron seducidos por sus deslumbradoras novedades. El genio personal de cada cual y el propio proyecto de búsqueda de la palabra poética original, les apartaron pronto de las superficialidades de la primera vanguardia. Pero en sus obras quedó el reflejo de este sarampión juvenil, pronto dignamente superado.

Así ocurre con Pedro Salinas, quien, al realizar sus primeras tentativas poéticas, como otros grandes poetas de su generación, asume gestos y formas propias de la primera vanguardia, que se evidencian en sus primeros libros: elementos de la vida moderna, entusiasmo ante sus inventos, imágenes y símbolos futuristas y cubistas, que, por otro lado, el poeta jamás desterrará de su poesía: los mapas, los catálogos, los pronombres o la nadadora que descubrimos en sus obras maestras proceden  de ese entusiasmo juvenil nunca desaparecido en el gran poeta.

Y lo mismo sucede con los poemas más antiguos de Cántico de Jorge Guillén, ya que ponen, igualmente, de relieve su relación con la vanguardia, aspecto en el que coincide con todos sus compañeros de generación. Guillén escribió sus primeros poemas para Cántico en 1919 y años siguientes, y posteriormente los fue retocando y “purificando” hasta alcanzar la versión definitiva que conocemos a través de la primera edición del magno libro, la de 1928. Conforme avanza la redacción de Cántico Jorge Guillén revisa versiones primeras, correspondientes a los años 1920 a 1924, y suprime de ellas aquellos elementos carentes de esencia, de vida. Las formas geométricas (líneas, rectas, curvas, redondeces, círculos, ángulos) dejan su pura representación espacial para ir adquiriendo un mayor sentido en la indagación y elogio del mundo que el poeta quiere mostrar en las primeras ediciones de Cántico. De la pura forma, de la imagen plástica, externa, se va transitando hacia el interior de las cosas, hacia su significado profundo como parte de la esencia misma del poeta. De los esporádicos gestos vanguardistas se pasa, poco a poco, muy laboriosamente, a la representación esencial del mundo, concebido como espacio vital del poeta.

Similar situación encontramos en los tres grandes poetas nacidos en 1898. Tanto la obra inicial de Federico García Lorca, que podemos leer, debidamente editada, con nuevas e interesantes recuperaciones de su poesía, de su prosa y de su teatro juveniles como la obra juvenil de Vicente Aleixandre y de Dámaso Alonso, que podemos descubrir en un Álbum juvenil, nos muestran la producción primigenia, próxima a la vanguardia, de estos tres grandes poetas. Sus obras juveniles revelan un afán de innovación que se relaciona con los aires del ultraísmo. Nos muestran unos escritores en agraz, lejanos aún de una primera sazón que revele maestría y dominio de una estética.

Cuando estaban a punto de cumplir o apenas habían cumplido los veinte años, tres jóvenes nacidos en 1898, se enfrentaban ya al mundo de la poesía en busca de una expresión personal. Seleccionaron poemas, y publicaron sus primeros libros. Olvidaron otras creaciones que nos han permitido penetrar en lo que se ha denominado su “taller de aprendizaje”, y tras ésta experiencia singular, hemos conocido mejor sus comienzos para mejor entender su obra posterior, que alcanzó valores justamente reconocidos por la posteridad.

El excelente proceso de metaforización originalísimo que Emilio Prados lleva a cabo en su más temprana producción, distingue su poesía primera. En sus libros iniciales, Tiempo, Canciones del farero y Vuelta hallamos también muchos aires de vanguardia. La imagen se convierte en vehículo expresivo de multitud de cuadros y, a través de ella, Prados traspasa con frecuencia los límites de lo racional dotando a sus representaciones de autonomía creadora, sin desaparecer en ningún momento el tono emotivo y espiritualista que tienen todos los poemas de sus primeros libros.

Antes de escribir los poemas que formarían parte de Marinero en tierra, Rafael Alberti también cultivó interesantes poemas primerizos muy próximos al arte de vanguardia, y en concreto al ultraísmo. Sus primeros poemas responden a los efectos de este entusiasmo, que tuvo ocasión de poner de manifiesto cuando publicó varios poemas en las revistas Horizonte y Alfar. Poemas fundamentalmente visuales, juegan con las imágenes de figuras geométricas que representan la alegría de la fiesta, en la que los distintos elementos giran y giran al son de un vals metálico, mientras los nuevos inventos de la técnica revelan la procedencia futurista de la representación, que desde el punto de vista plástico o pictórico es fácilmente relacionable con el cubismo.

Tales son los fundamentos del carácter exclusivista o excluyente que manifestarían y defenderían los jóvenes poetas que formaron el grupo nuclear de lo que muchos años después se denominaría generación del 27. Lo cierto es que en aquellos años iniciales se advertía y se fomentaba un espíritu de grupo exclusivo, un sentido de élite que habría de tener consecuencias posteriores decisivas para la historiografía de la literatura española del siglo XX. Y las revistas, desde luego, jugaron un papel decisivo y esencial en la creación del exclusivo grupo nuclear de esta generación y en el sustento de su carácter minoritario y selecto.

El nombre de Gerardo Diego es evocado como artífice, a través de su Antología de 1932, de ese grupo de amistad y vocación poética. No se equivocó Gerardo Diego a la hora de seleccionar los nombres que figurarían en su Antología, pero no es menos cierto que la selección de poetas no la hizo sólo Gerardo Diego: la hicieron entre todos. No fue la opinión de uno sólo, sino de un grupo de amigos presidido por una misma afinidad y coherencia intelectual selectiva y excluyente.

En 1932, en el prólogo de esa célebre Poesía española. Antología 1915–1931, Gerardo Diego, artífice indudable de este selecto grupo generacional, deslizaba las siguientes palabras:

He aludido a las revistas de la última década. Tales revistas, la mayor parte generosas, juveniles, efímeras, han albergado en sus páginas una buena parte de los versos reunidos después en los libros, y a veces en versiones provisionales, con variantes cuyo cotejo con las definitivas es una de las genuinas delicias del buen catador y curioso de poesía. Pero además conservan otras poesías que no merecieron a sus autores el honor de la inclusión en libro, y que son, por lo mismo, del mayor interés para una investigación completa (Diego 1932, 12).

Palabras que siempre me han parecido claves para la consideración de la importancia que las revistas poéticas tuvieron en la configuración del excluyente concepto de generación que enseguida fue atribuido al grupo de poetas jóvenes que participaban en esa antología y que han estudiado con todo detalle numerosos especialistas. El libro de Andrew A. Anderson, El veintisiete en tela de juicio (2005) informa cumplidamente de cómo se gestó el concepto de generación atribuido al 27, e incluso de cómo se eligió el término numérico 1927 para designarla, y a él nos remitimos. Pero son ahora las revistas las que nos interesan para confirmar o no su importancia en la fijación de ese concepto. Seguimos leyendo al Gerardo Diego de 1932:

Anoto las revistas españolas más importantes comprendidas entre las fechas de esta antología, prescindiendo de otras, interesantes para el estudio de la época, pero en la[s] que no, o apenas, colaboraron nuestros poetas; son todas madrileñas, salvo indicación (Diego 1932, 12).

Quisiera llamar la atención, sobre el término utilizado en estas palabras por Gerardo Diego, “prescindiendo”, que revela una clara decisión de carácter selectivo, que va a definir la indiscutible relevancia de las revistas poéticas para fijar nuestro propósito. Y por supuesto, reproduzco a continuación la relación de las revistas facilitada por Diego en su prólogo, que, a mi juicio, ha sido decisiva para establecer el canon de la generación del 27, en relación con las revistas en las que ellos participaron. Reproduzco textualmente el párrafo del prólogo que nos ocupa para observar bien los términos clasificatorios de las revistas en cuestión establecidos por Diego en sus palabras:

“Índice”, “Litoral” (Málaga), “Verso y Prosa” (Murcia), “Carmen” (Gijón–Santander). Estas cuatro, las más representativas. Tres muy amplias, con reducidas dosis de poesía: “España”, “La Pluma” y “Revista de Occidente”. Las tres principales del movimiento ultraísta: “Grecia” (Sevilla–Madrid), “Cervantes”, “Ultra”. Además de “Índice”, Juan Ramón Jiménez publicó “Ley”, “”, “Diario poético”. Y finalmente “Horizonte”, “Alfar” (Coruña–Montevideo), la hoja literaria de “La Verdad” (Murcia), “Mediodía” (Sevilla), “Papel de Aleluyas” (Huelva–Sevilla), “Parábola” (Burgos), “Gallo” (Granada), “Manantial” (Segovia), “Meseta” (Valladolid), “Nueva Revista”, “La Gaceta Literaria”, “DDooss” (Valladolid), “Poesía” (Málaga–París), y “Sudeste” (Murcia). Las cuatro últimas  en curso de publicación (Diego 1932, 12–13).

Una de las notas más singulares, por tanto, que distinguen al mundo del 27 es que la difusión de su poesía se llevó a cabo inicialmente a través de su publicación en revistas poéticas o revistas literarias. Siguiendo el ejemplo propiciado por Juan Ramón Jiménez, los poetas del 27 y todos los escritores de esta generación promovieron y colaboraron en las revistas de la época, algunas de las cuales desarrollaron una labor editorial por medio de colecciones de libros, en las que aparecieron los más importantes poemarios de los escritores de esta generación. Julio Neira, en su libro La edición de textos. Poesía española contemporánea (2002) lleva a cabo un pormenorizado estudio de los medios de edición que utilizó este grupo poético para la difusión de su poesía.

Hay que citar en primer lugar, entre las revistas de la época, las que promovió Juan Ramón Jiménez, y que marcarían el prototipo de revista literaria, admirablemente editada y efímera en su existencia que sería la nota repetida en las muchas que se desarrollaron en la geografía española, hasta el punto de que Antonio Gallego Morell llamó a ésta, la “generación de las revistas de poesía” (Gallego Morell 1956, 47). La primera revista de Juan Ramón Jiménez fue Índice, publicada en Madrid, 1921–1922. Solo llevó a la imprenta cuatro números, pero se convirtió en el órgano de expresión más apreciado de la joven literatura. En ella participaron algunos de los poetas del núcleo canónico del 27 y en su colección de libros (Biblioteca de Índice), se publicarían, entre otros, Presagios de Pedro Salinas. Años después, en 1925, Juan Ramón llevaría a la imprenta Sí (Boletín Bello Español del Andaluz Universal), del que solo llegó a publicar el primer número, también con el cuidado tipográfico y la categoría características de su director, que, en 1927, llevaría a la imprenta una nueva publicación, con apariencia de periódica, pero que, nuevamente quedó reducida a un número: Ley (Entregas de Capricho), en el que volvieron a colaborar algunos de los poetas más representativos de la nueva generación.

Siguieron muy de cerca las revistas del 27 las directrices marcadas por Juan Ramón, presente como guía y como ejemplo muy temprano, e integrado en un periódico local “Suplemento Literario” de La Verdad. Publicado en Murcia, como suplemento del periódico La Verdad fue dirigido por Juan Guerrero Ruiz, amigo y seguidor incondicional del poeta de Moguer, entre 1923–1926. En esta modesta hoja dominical llegaron a publicar casi todos los integrantes de la generación del 27, que dieron a conocer en sus páginas sus más tempranas creaciones poéticas.

La Revista de Occidente, fundada por José Ortega y Gasset, es una auténtica excepción por su significación cultural y su trascendencia en el mundo de los intelectuales. En ella participarían todos los poetas de la generación con publicación de poemas, artículos y reseñas. Publicada en Madrid entre 1923 y 1936 en su primera época, es trascendental, desde el punto de vista cultural, como revista de pensamiento, pero también de un gran interés para la difusión de la nueva poesía. Se la considera un documento excepcional en su tiempo, y fundamental en el desarrollo de la narrativa breve. En su biblioteca paralela publica libros muy significativos de poetas del 27: Romancero gitano de Federico García Lorca, Cántico de Jorge Guillén, Seguro azar de Pedro Salinas, Cal y canto  de Rafael Alberti.

Del mismo modo, las revistas centrales del 27 recogieron las primeras creaciones no sólo de los poetas jóvenes, sino también de los prosistas y ensayistas y de los artistas plásticos más destacados de las jóvenes promociones. Litoral, la más antigua de las revistas centrales del 27, ya que publica su primer libro en 1926, la dirigen Emilio Prados y Manuel Altolaguirre en Málaga. Representa con nitidez los ideales de la joven literatura, evidenciados, por ejemplo, en su homenaje a Góngora, en la calidad de la impresión o en los significativo de las colaboraciones de pintores de la época. En su colección de libros aparecerían, entre otros, Canciones de García Lorca, Perfil del aire de Luis Cernuda y Ámbito de Vicente Aleixandre, La amante de Rafael Alberti, Vuelta de Emilio Prados, etc.

Le sigue Mediodía, que aparece en 1927, y, en su primera época, es considerada la revista central del 27 sevillano. Dirigida por Eduardo Llosent, publicaría también una colección paralela de libros, entre los que figuran Versos de Alejandro Collantes de Terán y Signo + de Rafael Laffón. En enero de 1927 aparece en Murcia Verso y Prosa y entre 1927 y 1928 publicará doce números, dirigida por Juan Guerrero Ruiz y Jorge Guillén. Subtitulada “Boletín de la Joven Literatura”, recogería colaboraciones de todos los poetas del 27. Un número de la revista estuvo dedicado a Don Luis de Góngora. Por último, como cuarta revista central del 27, se considera a Carmen, que con su suplemento Lola publicó en Gijón–Santander Gerardo Diego entre 1927 y 1928. Dedicó un número en homenaje a Fray Luis de León y, a través de su suplemento satírico Lola, dio a conocer la crónica del centenario de Góngora y una original Tontología, compuesta por poemas “tontos” de autores consagrados.

Muchas más fueron las revistas de estos años, efímeras pero eternas, y entre ellas hay que destacar la importancia histórica de La Gaceta Literaria, publicada en Madrid, por Ernesto Giménez Caballero, entre 1927 y 1932; la gracia y originalidad de Gallo y de su suplemento Pavo, publicadas en Granada, por Federico García Lorca en 1928; la belleza y distinción de Papel de Aleluyas, editada en Huelva entre 1927 y 1928 como “Hojillas del calendario de la nueva estética”, y dirigida por Adriano del Valle, Fernando Villalón y Rogelio Buendía; y La Rosa de los Vientos, aparecida en Santa Cruz de Tenerife, entre 1927 y 1928. En Valladolid, por último, se sucedieron tres importantes revistas, inspiradas por Jorge Guillén: Meseta (Valladolid, 1928–1929), DDooss (Valladolid, 1931) y A  la Nueva Ventura (Valladolid, 1934).

Las revistas de la siguiente década no son menos significativas, aunque diferentes de las ya citadas, de acuerdo con los signos de los tiempos, entre las que se han reeditado: Cierzo. Letras. Artes. Política (Zaragoza, 1930); Sudeste (Murcia, 1930–1931, en su colección de libros publicaría Miguel Hernández Perito en lunas, Antonio Oliver Tiempo cenital y Carmen Conde  Júbilos); Héroe (Madrid, 1932–1933), revista de Concha Méndez y Manuel Altolaguirre; Gaceta del Arte (Santa Cruz de Tenerife, 1932–1936), la gran revista de los surrealistas canarios; Noreste (Zaragoza, 1932–1936); Poesía, publicada por Manuel Altolaguirre, en Málaga–París, 1930–1935; Los Cuatro Vientos, publicada en Madrid, 1933, por Alberti, Salinas, Guillén, García Lorca, entre otros; 1616, publicada en Londres por Manuel Altolaguirre y Concha Méndez en 1933.

De singular importancia es Cruz y Raya, la valiosísima revista de José Bergamín, publicada en Madrid, 1933–1936. En su biblioteca paralela aparecerán Llanto por Ignacio Sánchez Mejías de Federico García Lorca, Poesía de Alberti, Razón de amor de Salinas, Cántico de 1936 de Jorge Guillén, La realidad y el deseo de Luis Cernuda. Entre sus proyectos se encontraba la publicación de Poeta en Nueva York.

Otras revistas de esta década son Octubre, publicada en Madrid, 1933–1934 por Rafael Alberti; Caballo Verde para la Poesía, revista de Pablo Neruda, publicada en Madrid, 1935–1936; El Aviso (Madrid, 1935); Residencia. Revista de la Residencia de Estudiantes (Madrid, 1926–1934); Cartones (Santa Cruz de Tenerife, 1930); Índice (Santa Cruz de Tenerife, 1935); y El Gallo Crisis. Libertad. Tiranía (Orihuela, 1935–1936), revista de Ramón Sijé que contó con Miguel Hernández entre sus colaboradores.

Manuel J. Ramos Ortega ha coordinado recientemente una exhaustiva revisión de alguna de las principales publicaciones de la época en el conjunto de trabajos de diversos especialistas por él dirigido con el título de Revistas literarias españolas del Siglo XX (2006). Una completa bibliografía sobre las revistas españolas, donde se pueden consultar las ediciones facsimilares realizadas, la incluí en esa edición (Díez de Revenga, 2006).

La primera nómina de la joven literatura, desde luego excluyente respecto a los muchos poetas jóvenes que había en ese momento en España, la debemos a la revista parisina Intentions, que dedicó, bajo la coordinación de Antonio Marichalar, en abril–mayo de 1924 un número doble y especial (el 23–24) a La jeune littérature espagnole, estudiado por Beatrice Mousli (1995), Christian De Paepe (2000) y Andrew Anderson (2003). Observemos los nombres de los poetas recogidos como representantes de esa joven literatura (el término también sería selectivo y excluyente y utilizado en diferentes ocasiones, como veremos más adelante): Dámaso Alonso, José Bergamín, Rogelio Buendía, Juan Chabás, Gerardo Diego, Antonio Espina, Federico García Lorca, Jorge Guillén, Antonio Marichalar, Alonso Quesada, Adolfo Salazar, Pedro Salinas y Fernando Vela. Como podemos advertir, de los diez nombres canónicos, del núcleo central de la generación, Alonso, Diego, Lorca, Guillén y Salinas ya están en esa selección, es decir, cinco de los diez nombres del núcleo de esa generación. Melchor Fernández Almagro escribiría inmediatamente, el 14 de junio de 1924, en La Época un artículo, titulado “Nuestra joven literatura”, en el que reseñaría el número de Intentions al que nos referimos, y, aunque echa en falta algunos nombres de escritores jóvenes, no duda en reconocer, como recuerda Anderson, que los nombres recogidos por Marichalar

corresponden a quienes se aplican hoy a la tarea de renovar las florestas del jardín de nuestro líricos. Y ellos cortarán la rama de laurel (Anderson 2005, 26).

Y será justamente Melchor Fernández Almagro el autor de otro documento, este ya de 1927, muy interesante para advertir cómo se forma el grupo nuclear del 27 en las propias revistas. Se trata de la “Nómina incompleta de la joven literatura”, que Fernández Almagro publica en Murcia, en la revista Verso y Prosa, subtitulada justamente Boletín de la Joven Literatura. En esa nómina, frecuentemente utilizada por la crítica, junto a otros nombres, figuran Salinas, Guillén, Diego, Lorca, Alonso y Alberti. Los otros nominados son José Bergamín, Juan Chabás, Antonio Espina, Benjamín Jarnés, Antonio Marichalar y Claudio de la Torre (en el número 1, 1927) y en la continuación (número 2, 1927) Edgar Neville y Guillermo de Torre. La revista añadiría en ese mismo número al propio Fernández Almagro. Como advertimos, ya son seis los citados, de los diez que formarían el núcleo central.

Por un reciente artículo de Nigel Dennis, hemos podido conocer la gestación de esta nómina a través de la correspondencia mantenida por Fernández Almagro con Juan Guerrero Ruiz, director de Verso y Prosa, y las dudas que tenía el escritor granadino sobre la posibilidad de continuarla o no, e incluir en ella a Luis Cernuda y a Vicente Aleixandre (con lo que ya serían ocho los poetas recogidos en la citada nómina del núcleo central del grupo del 27), aunque, tal como recoge Dennis, Fernández Almagro, en carta a Guerrero de 7 de noviembre de 1926, afirma que no quiere continuarla porque

“nunca segundas partes tienen buenas” y en aras de este género no conviene insistir. Por lo demás yo no conozco bien a Aleixandre, Cernuda, etc. (Dennis 2013, 254).

Y un tercer documento interesante, del año 1928, es la Tontología de Gerardo Diego, en cierto modo precedente de la Antología de 1932. En el último número de Lola, la revista “amiga y suplemento de Carmen” ―el 6–7, correspondiente a junio de 1928―, aparece como “traca final” en palabras de Gerardo Diego, la Tontología, antología de poemas tontos recopilada por el poeta de Santander, quien justifica en 1977, en la introducción a la edición facsímil de las dos revistas, así la gracia de su ocurrencia: “Si Alberti se había definido como ‘el tonto de Rafael’, ¿por qué no podía yo erigirme en el cronológicamente primer tontólogo del mundo?” (Diego 1977, 31). La idea era recoger poemas “tontos” o malos de poetas buenos, no de poetas malos, y en esta tarea emprendida por Gerardo Diego colaboraron Jorge Guillén, Dámaso Alonso y Rafael Alberti. Así lo explica el propio Diego en el prólogo de su Tontología. Pero muchos años después, en 1977, rectifica:

Es toda ella de mi personal investigación y temerario juicio. El tontólogo que la firma soy yo (Diego 1977, 31).

En la ya célebre Tontología, junto a Antonio Machado, Manuel Machado, Juan Ramón Jiménez, Enrique Diez Canedo y Ramón Pérez de Ayala, figuran los poetas del grupo nuclear siguientes: Salinas, Guillén, Diego, Lorca, Alonso y Alberti, en total seis poetas de los diez del grupo principal. Sobre esta Tontología me he ocupado en otro lugar a la hora de realizar una reciente reedición (Díez de Revenga 2009).

Observemos, finalmente, los poetas que Diego reunió en su Antología de 1932, junto a los maestros Unamuno, Manuel y Antonio Machado, Juan Ramón Jiménez y Moreno Villa. Estos fueron Salinas, Guillén, Alonso, Diego, Lorca, Alberti, Villalón, Prados, Cernuda, Altolaguirre, Aleixandre y Larrea. Si, de entre ellos, separamos a Villalón, nacido en 1881, y a Juan Larrea, que, como es sabido fue una apuesta amistosa y personal de Gerardo Diego, muy criticada por los detractores de la Antología, observaremos que los poetas restantes son Salinas, Guillén, Diego, Aleixandre, Lorca, Alonso, Prados, Cernuda, Alberti y Altolaguirre: o lo que es lo mismo, los diez nombres canónicos del núcleo principal de la célebre “generación del 27”.

Pero nuestro interés en este momento es observar la presencia de estos poetas en las revistas más valiosas de esta generación, justamente las que citaba Diego en su prólogo a la Antología de 1932. Y encontraremos algunas sorpresas, dignas de reflexión. Para ello es indispensable que observemos el siguiente cuadro:

 

Documento/

poeta

Salinas

Guillén

Diego

Aleixandre

Lorca

Alonso

Prados

Cernuda

Alberti

Altolaguirre

Intentions

1924

1924

1924

 

1924

1924

 

 

 

 

Nómina de la Joven Literatura

1927

1927

1927

 

1927

1927

 

 

1927

 

Tontología

1928

1928

1928

 

1928

1928

 

 

1928

1928

Antología 1932

 

1932

1932

1932

1932

1932

1932

1932

1932

1932

1932

Índice

1921

1921

1921

 

1921

1921

 

 

 

 

Litoral

 

1927

1926

1927

1926

1927

1926

1927

1926

1927

Verso y Prosa

 

1928

1927

1927

1927

1927

1927

1927

1927

1927

1927

Carmen

1928

1928

1927

1928

1928

 

1928

1927

1927

1928

España

1916

1920

1919

 

1921

 

 

 

 

 

La Pluma

1920

1920

1922

 

1921

 

 

 

 

 

Revista de

Occidente

1924

1927

1925

1926

1927

1926

1926

1925

1925

1931

Grecia

 

 

1919

1920

1918

1920

 

 

 

 

Cervantes

 

 

1919

 

 

 

 

 

 

 

Ultra

 

 

1921

 

 

 

 

 

 

 

Ley

 

1927

 

 

 

 

 

 

1927

1927

1925

 

 

 

 

1925

 

 

1925

 

Diario poético

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Horizonte

 

 

1922

 

1922

1922

 

 

1922

 

Alfar

 

1924

1924

 

 

 

 

 

1924

 

La Verdad

1926

1924

1926

 

1924

1926

 

1926

1925

 

Mediodía

1928

1927

1927

1927

1927

 

1927

1926

1927

1927

Papel de Aleluyas

 

1928

1927

 

 

 

1928

1927

1927

1927

Parábola

1928

 

1927

 

1928

 

 

 

 

 

Gallo

 

1928

 

 

1928

 

 

 

 

 

Manantial

 

 

1929

 

 

 

 

 

 

 

Meseta

 

1928

1928

 

 

 

 

1928

1927

1928

Nueva Revista

1930

 

 

1930

 

 

 

1930

1929

 

La Gaceta

Literaria

1930

1927

1927

1927

1927

1927

1927

 

1927

1927

DDooss

 

1931

1931

 

1931

 

 

 

1931

 

Poesía

1930

1930

1931

1931

 

 

 

1930

1930

1930

Sudeste

 

1931

1931

 

 

 

 

 

1931

 

Revistas citadas por Gerardo Diego y poetas del 27 (1916-1932)

 

Merece esta tabla un comentario detenido porque revela hasta qué punto existía esa conciencia generacional o de grupo de élite, que parece revelar el comentario en el prólogo de Gerardo Diego. Hemos comprobado que las revistas seleccionadas por Diego son exactamente aquellas en las que él mismo colaboró, y en tres de ellas es el único colaborador entre los del grupo nuclear del 27. Ocurre esta situación con las revistas que él llama ultraístas, en concreto con Cervantes y Ultra, en las que en efecto colabora él solamente. En el caso de la tercera revista, Grecia, se da una circunstancia curiosa: Gerardo Diego es colaborador habitual, lo que no sucede con Lorca (una sola prosa aparece con su firma) ni con Aleixandre y Alonso, que firman con un seudónimo sus poemas ultraístas: Alejandro G. de Pruneda y Ángel Cándiz, respectivamente, en una especie de juego juvenil que ya han explicado los especialistas.

La otra revista en la que Diego colabora en solitario (sin sus compañeros del grupo central del 27) es Manantial, de Segovia, una revista que no cosechó firmas espectaculares o trascendentes entre sus colaboradores.

En todas las demás Diego colabora, excepción hecha de las tres revistas efímeras de Juan Ramón Jiménez (Sí, Ley y Diario poético: en esta tercera no colaboró ninguno de los poetas que nos ocupan), aunque sí lo hace en Índice, que sin duda es la más importante y significativa de las de Juan Ramón. Y las otras dos que no contaron con su firma son Gallo (solo tuvo dos números) y Nueva Revista, sin que tengamos noticias de las razones por las que en cualquiera de ellas dos no participó.

Interesa volver a las palabras de Gerardo Diego, cuando señala que las cuatro “más representativas” son Índice, Litoral, Verso y Prosa y Carmen. Y, en efecto, hay que atribuir a Índice, como ya hemos señalado, la condición de revista–maestra. En ella colaboran solamente cinco de los diez poetas escogidos (Salinas, Guillén, Diego, Lorca y Alonso). En relación con las dos revistas de Juan Ramón Jiménez Sí  y Ley, hay que observar que la participación de los del 27 es reducida: Salinas, Alonso y Alberti fueron los tres únicos que participaron en la primera, mientras que en la segunda solo lo hicieron Guillén, Altolaguirre y de nuevo Alberti. Con estas tres colaboraciones en cada una de ellas podemos concluir que no fueron revistas especialmente frecuentadas por los del grupo central.

Es cierto, desde luego, que las otras tres “más representativas” sí que son fundamentales para el grupo, porque en ellas colaboran casi todos. Y en el caso de Verso y Prosa todos (lo que sólo ocurre también con la Revista de Occidente¸ ya que son las dos únicas del listado que obtienen el pleno del grupo nuclear). En Litoral únicamente no colabora Salinas, y en Carmen solamente no colabora Alonso.

Reflexionamos ahora sobre las revistas que Gerardo Diego califica como “tres muy amplias pero con reducidas dotes de poesía”. Pero son revistas muy significativas en el momento cultural e intelectual del primer tercio del siglo XX. España fue fundada en 1915 por Ortega y Gasset y permaneció hasta 1924; y La Pluma fue fundada en 1920 por Manuel Azaña, junto a Rivas Cherif, pero desaparece en 1923 cuando Azaña fue encargado de reflotar la revista España. Como es lógico, en estas revistas colaboran los más veteranos del grupo: Salinas (ya en 1916), Guillén y Diego junto a Lorca. En total cuatro de los diez escogidos.

Por el contrario, y como hemos adelantado, Revista de Occidente, fundada por Ortega y Gasset en 1923, contará con la participación de todos los poetas del grupo, algunos de ellos con poemas y otros con colaboraciones críticas, a lo largo de los años, desde 1924 (Salinas) hasta 1931 (Altolaguirre). Junto a la murciana Verso y Prosa serán las únicas que cuentan con un pleno de los diez  poetas centrales de la generación.

Sobre la participación de nuestros diez poetas en el resto de las revistas podemos obtener algunas otras conclusiones interesantes. Nueve de los poetas colaboraron en dos de las revistas recordadas por Diego, por lo que las podemos considerar canónicas para el grupo central. Son Mediodía, en la que solo falta Alonso, y La Gaceta Literaria, en la que solo falta Cernuda. Y en otras tres fueron siete los colaboradores, por lo que, casi del mismo modo, las podemos considerar fundamentales para el estudio de estos diez poetas. Son el “Suplemento Literario” de La Verdad, en el que no participaron Aleixandre, Prados y Altolaguirre (posiblemente su final en 1926 sea la causa); Papel de Aleluyas, en la que faltan Aleixandre, Lorca y Alonso; y Poesía, en la que están ausentes Lorca, Alonso y Prados. Por tanto, han de considerarse revistas representativas del grupo nuclear de la generación del 27.

El resto de las revistas oscilan entre la participación de 5 poetas (en Meseta),  4 (en Horizonte, Nueva Revista,  DDooss y Sudeste), 3 (en Alfar y Parábola) y 2 (en Gallo). Como ya sabemos, en Manantial solamente colaboró, de entre nuestros selectos poetas, Gerardo Diego.

Y termino con una última estadística: de las 26 revistas que cita Gerardo Diego en su prólogo (prescindiendo de Diario poético de Juan Ramón Jiménez), el poeta que colabora en un número mayor de revistas es, como ya se ha señalado, el propio Diego (22), seguido de Guillén (18), Alberti (17), Lorca (15) y Altolaguirre (10). En 9 revistas Alonso, Aleixandre y Cernuda, y el que menos Prados, que lo hace en 7 revistas distintas.

También se pueden obtener conclusiones sobre las fechas anotadas, que son las de la primera colaboración de un autor en una determinada revista y ponerlas en relación con la edad del poeta en cuestión. Los de mayor edad evidentemente se incorporan antes a las revistas más antiguas (Salinas publica ya en España en 1916), aunque a Rafael Alberti hay que considerarlo,  entre los más jóvenes, el más activo, ya que su presencia en las revistas es muy temprana (en 1922, con veintiún años ya colabora en Horizonte, con su primer poema impreso). En el volumen, coordinado por Gregorio Torres Nebrera, Diez bibliografías del 27 (2009), se pueden comprobar los lugares en los que estos poetas iniciaron su trayectoria impresa y advertir la importancia que para algunos tuvieron estas revistas en sus inicios, como España y La Pluma para Salinas y Guillén, Horizonte y La Verdad para Alberti, Verso y Prosa para Aleixandre y La Verdad y Verso y Prosa  para Cernuda. Prados y Altolaguirre verían impresos sus primeros textos en Ambos, su primera revista malagueña, y en Litoral y Verso y Prosa, algo más tarde.

Si lo que Gerardo Diego pretendía, al realizar esa relación de revistas como aquellas en las que sus selectos antologados participaban, era marcar signos de distinción excluyentes y defender que los que estaban en su antología eran los que tenían que estar, desde luego, tras estas comprobaciones, lo logra totalmente.  La participación de estos poetas en escogidas revistas constituía un signo más de distinción. Nosotros, a través de estas páginas, hemos podido comprobar cuánto había de verdad en ese argumento del gran poeta y exigente aglutinador de su generación, Gerardo Diego.

Bibliografía

Obras citadas

Anderson, Andrew (2003): “La revista Intentions y la prehistoria de la ‘generación del 27’”. En: Andriaensen Brigitte / Debecque, Nicole / Lie, Nadia (eds.), Federico García Lorca et Cetera, Estudios sobre las literaturas hispánicas en honor de Christian de Paepe. Leuven: Leuven University Press, pp. 305–315.

― (2005): El Veintisiete en tela de juicio. Madrid: Gredos.

De Paepe, Christian (2000): “Lorca y la jeune littérature espagnole. Nueva luz sobre el número especial de Intentions (París, abril–mayo, 1924)”. En: Soria Olmedo, Andrés / Sánchez Montes, María José / Varo, Juan (eds.), Federico García Lorca clásico moderno (1898–1998). Congreso Internacional. Granada: Diputación de Granada, pp. 205–219.

Dennis, Nigel (2013): “Melchor Fernández Almagro y la ‘Nómina incompleta de la Joven Literatura”. En: El Maquinista de la Generación, 22–23, pp. 246–258.

Diego, Gerardo, (ed.) (1932): Poesía española. Antología 1915–1931. Selección de obras publicadas e inéditas por Gerardo Diego. Madrid: Signo.

― (ed.) (1977): Carmen. Revista chica de poesía española y Lola. Amiga y suplemento de Carmen. Madrid: Turner.

Díez de Revenga, Francisco Javier (2006): “Bibliografía general de las revistas españolas del siglo XX (1919–1975)”. En: Ramos Ortega, Manuel J. (ed.): Revistas literarias españolas del Siglo XX. Salamanca: Ollero Ramos–Fundación Gerardo Diego–Universidad de Cádiz, III, pp. 01–428.

― (ed.) (2009): Gerardo Diego, Tontología. Málaga: Centro Cultural de la Generación del 27.

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Gallego Morell, Antonio (1956): Vida y poesía de Gerardo Diego. Barcelona: Aedos.

Mousli, Beatrice (1995): “Intentions”. Histoire d’une revue des années vingt. París: Entrevues.

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Ramos Ortega, Manuel J. (ed.) (2006): Revistas literarias españolas del Siglo XX. Salamanca: Ollero Ramos–Fundación Gerardo Diego–Universidad de Cádiz.

Torres Nebrera, Gregorio (ed.) (2009): Diez bibliografías del 27. Madrid: Ollero y Ramos–Fundación Gerardo Diego.

Ediciones facsimilares de las revistas citadas por Gerardo Diego

Alfar, La Coruña, 1921–1927. Ed. por César Antonio Molina. La Coruña: Nós, 1983.

Carmen. Revista chica de poesía española y Lola. Amiga y suplemento de Carmen. Ed. por Gerardo Diego, Gijón–Santander, 1927–1928. Madrid: Turner, 1977.

Carmen. Revista chica de poesía española y Lola. Amiga y suplemento de Carmen. Ed. por Gerardo Diego, Gijón–Santander, 1927–1928. Madrid: Turner–Ayuntamiento de Santander, 1996.

Carmen. Revista chica de poesía española. Lola. Amiga y suplemento de Carmen. Ed por José Luis Bernal Salgado. Madrid: Ollero y Ramos–Fundación Gerardo Diego. Encartado: Carmen y Lola. Estudios preliminares, con textos de José Luis Bernal Salgado y Diego Gerardo, 2007.

DDooss, Valladolid, 1931. Ed. por Antonio Corral Castanedo. Valladolid: Ateneo de Valladolid, 1984.

España. Semanario de la Vida Nacional, Madrid, 1915 y 1924. Ed. por Manuel Tuñón de Lara. Prólogo de Salvador de Madariaga. Vaduz: Kraus Reprint, 1982.

Gallo y Pavo, Granada, 1928. Barcelona: Leteradura, 1977.

Gallo y Pavo, Granada, 1928. Ed. por Antonio Gallego Morell y Christopher Maurer. Granada: Comares, 1988.

Grecia, Sevilla–Madrid, 1918–1920. Ed. por José María Barrera. Málaga: Centro Cultural de la Generación del 27, 1998.

Horizonte, Madrid, 1922. Ed. por José María Barrera. Sevilla: Renacimiento, 1991.

Horizonte, Madrid, 1922–1923. Ed. por José María Barrera. Sevilla: Ayuntamiento de Osuna, 1991.

Índice, Madrid, 1921–1922. Ed. por José Esteban. Madrid: El Museo Universal, 1987.

La Gaceta Literaria, Madrid, 1927–1932. Ed. por Ernesto Giménez Caballero. Vaduz: Topos Verlag, 1980.

La Pluma, Madrid, 1920–1923. Vaduz: Kraus Reprint, 1980.

Litoral, Facsímil de los nueve números publicados entre 1926 y 1929 en Málaga, y de los tres números editados en 1944 en México. Madrid: Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales–Junta de Andalucía–Centro Cultural de la Generación del 27–Residencia de Estudiantes, Contiene un volumen titulado Litoral. Introducción e índices, de Julio Neira, 2007.

Litoral, Málaga, 1926–1929. Ed. por Darío Carmona. Glashütten im Taunus: Detlev Auvermann, 1975.

Litoral, Málaga, 1926–1929. Málaga: Litoral, números 25–30, 1972.

Litoral, Málaga, 1926–1929. Nota preliminar de Ángel Caffarena y anecdotario de Darío Carmona. Málaga: Ayuntamiento, 1990.

Manantial, Segovia 1928–1929. Segovia: Academia de Historia y Arte de San Quirce, 1986.

Manantial, Segovia, 1928–1929. Ed. por José Luis Puerto. Valladolid: Instituto Castellano y Leonés de la Lengua, 2003.

Mediodía, Sevilla, 1926–1933. Ed. por José María Barrera. Sevilla: Renacimiento, 1999.

Meseta, Valladolid, 1928–1929. Ed. por Antonio Corral Castanedo. Valladolid: Ateneo de Valladolid, 1984.

Nueva Revista. Notación Literaria (Madrid, 1929–1930). Ed. por Gabriele Morelli. Sevilla: Renacimiento. Encartado. Estudio introductorio a “Nueva Revista (1929–1930)”, 2012.

Papel de Aleluyas, Huelva, 1927–1928. “Papel de Aleluyas” revista andaluza del 27. Ed. por Jacques Issorel. Huelva: Diputación. Encartado, 2007.

Papel de Aleluyas, Huelva, 1927–1928. Ed. por Jacques Issorel. Huelva: Diputación, 1980.

Parábola, Burgos 1923–1928. Ed. por Ignacio Fernández de Mata y Juan Carlos Estébanez Gil. Burgos: Instituto Municipal de Cultura e Instituto Castellano y Leonés de la Lengua, 2004.

Poesía, Málaga–París, 1930–1935. Ed. por Juan Manuel Rozas. Vaduz: Topos Verlag, 1979.

Poesía, Málaga–París, 1930–1935. Prólogo de Jorge Guillén. Madrid–Badajoz: Caballo Griego para la Poesía–Diputación de Badajoz (solo los tres primeros números), 1986.

Revista de Occidente, Madrid, 1923–1936. Introducción del Comité Editorial de la Segunda Época. Vaduz: Kraus Reprint–Topos, 1977.

(Boletín Bello Español del Andaluz Universal Madrid). Sevilla: Renacimiento, 1980.

Sudeste, Murcia, 1930–1931. Ed. por Francisco Javier Díez de Revenga. Murcia: Real Academia Alfonso X el Sabio, 1992.

Suplemento Literario de La Verdad. Murcia, 1923–1926. Ed. por Francisco Javier Díez de Revenga. Murcia: Academia Alfonso X el Sabio, 1990.

Verso y Prosa, Murcia, 1927 y 1928. Ed. por Francisco Javier Díez de Revenga. Murcia: Chys Galería de Arte, 1976.

Vltra, Madrid, 1921–1922. Ed. por José María Barrera y José Antonio Sarmiento. Madrid: Visor, 1993.

Enlaces adicionales

Ø En el portal revistas.edaddeplata.org se encuentran las siguientes revistas analizadas en este artículo en formato digital: Carmen, Ddooss, Gallo, Horizonte, Índice, La Gaceta Literaria, Litoral, Meseta, Papel de Aleluyas, Sí, Verso y Prosa, Ultra.

Ø La Biblioteca Digital Hispánica ofrece ejemplares digitalizados de Carmen y de Lola, Índice, Mediodía La Gaceta Literaria, Ultra.

Ø http://www.fundaciongerardodiego.com: para más información sobre la vida y obra de Gerardo Diego.

Ø La Junta de Andalucía mantiene un portal temático educativo sobre la Generación del 27.

Francisco Javier Díez de Revenga (Universidad de Murcia)